Comprar un coche de segunda mano es una de las mejores maneras para ahorrar dinero, pero también implica asumir ciertos riesgos si no se revisa bien. ¿Te estás planteando dar el paso? Entonces necesitas saber qué tienes que mirar en un coche de segunda mano para evitar sustos. Desde el estado del motor hasta la documentación, hay detalles que marcan la diferencia entre que tu compra sea un completo acierto o un quebradero de cabeza.

Por qué revisar un coche de segunda mano

No es solo cuestión de aspecto. Un coche puede parecer nuevo a simple vista, y estar repleto de problemas internos que solo se detectan con una revisión completa. Ya sea que lo compres a un particular o en un concesionario, tomarte el tiempo necesario para revisar al detalle todas las partes del coche, te da una visión real del estado del vehículo y te protege frente a averías inesperadas. Además, es tu mejor aliado para negociar el precio final.

Carrocería, exterior y sistema de escape

Empieza por una inspección visual minuciosa. Primero examina la carrocería en busca de arañazos, óxido, diferencias de tono en la pintura o líneas de soldadura que indiquen reparaciones tras un accidente. Debes fijarte en los marcos de las puertas, capó y maletero: si no encajan bien, podría haber problemas estructurales.
No olvides los bajos del coche. Aunque no se vean a simple vista, pueden darte pistas sobre golpes, óxido o el estado del sistema de escape. Si huele a gases dentro del coche o notas un sonido raro en el tubo, algo no va bien.

Interior, kilometraje y desgaste real

El interior del coche nos cuenta muchas cosas de este. Comprueba el estado de la tapicería, el salpicadero, los cinturones y los pedales. ¿Todo está en sintonía con el kilometraje que marca el cuadro? Si ves un desgaste excesivo en piezas clave pero pocos kilómetros, algo puede estar maquillado.
Revisa que funcionen los elevalunas, aire acondicionado, luces interiores, y sobre todo, que no haya testigos encendidos en el cuadro. A veces, una simple luz naranja encendida puede traer grandes problemas.

Motor, mecánica y emisiones

Aquí no basta con mirar: hay que escuchar. Abre el capó y arranca el coche. ¿El motor suena limpio y regular? ¿No hay ruidos metálicos, vibraciones ni sacudidas? Revisa si hay fugas de aceite o líquidos, cables mal puestos o mangueras agrietadas.


Pide también el historial de mantenimiento: un coche con revisiones al día, el cambio de correa de distribución hecho dentro del plazo aconsejado y sin piezas pendientes de revisión, es una garantía de compra. Y no olvides preguntar por las emisiones: si el coche no pasa la ITV por este motivo, tendrás un problema desde el primer día.

Ruedas, frenos y suspensión

Hay que saber interpretar lo que nos dicen las ruedas. El desgaste desigual puede indicar problemas de suspensión, de alineado o incluso de chasis. Mira también la fecha de fabricación de los neumáticos: si tienen más de 5 años, aunque el dibujo esté bien, deberías cambiarlos pronto por tu propia seguridad.


Los frenos deben responder bien, sin chirridos ni vibraciones. Y al pasar por baches o badenes, fíjate en los ruidos. Si suena “a cama vieja”, es probable que necesites invertir en amortiguadores.

Documentación, etiqueta ambiental y papeles clave

Este punto es fundamental. Revisa el permiso de circulación, la ficha técnica, el informe de la DGT, las ITV anteriores y los recibos de mantenimiento. Asegúrate de que el titular es quien te está vendiendo el coche y que no hay multas o embargos.


En ciudades con zonas de bajas emisiones, la etiqueta ambiental puede ser un factor clave. Un coche sin etiqueta o con etiqueta B puede tener restricciones dentro de pocos años. Es mejor saberlo antes de convertirte en propietario.

Pruebas de conducción

No compres ningún coche sin probarlo antes. Una buena prueba de conducción te revela cosas que una revisión visual no puede mostrar. Prueba en ciudad, carretera y si puedes, en un tramo con pendiente. Escucha el motor, presta atención al tacto del freno, al cambio de marchas y al comportamiento general del coche.

¿Notas tirones? ¿Hay vibraciones al frenar? ¿Hace ruidos al girar? Todo esto te ayuda a detectar fallos ocultos. Conduce como si ya fuera tuyo y haz todas las pruebas necesarias.

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